jueves, 4 de septiembre de 2008

Lugar visitado por muchísimas personas y por ninguna a la vez., convirtiéndose en el lugar de paso por excelencia. Los pasos rápidos, la velocidad en sacar el boleto y el arte de subirse por las ventanillas al tren, formaban la imagen de la estación central de Brasil.
A simple vista nada en especial pero sus infaltables puestos de alimentos, de vendedores ambulantes, hasta de vendedores de bíblias, no completaban la imagen, faltaba Dora. Ella, una mujer cincuentona que poseía el puesto más transitado del salón., donde se escribían cartas para personas analfabetas ,que nunca se enviaban. Escribe por dinero, dinero que guarda para ella, sin remordimientos, justificando su acto con su visión pesimista de la vida.
Una carta, una historia como tantas otras, resaltó por la fatalidad. Josué y su madre, habían dictado las cartas para que el niño conociese a su padre, pero a la salida de la estación, es atropellada por un autobús. El niño solo en la estación, esperando a su madre, y la carta sin enviar.
La imagen de Josué solo en la estación central llamó la atención a más de una persona, a más de un hombre. En ese momento Dora cometió el error que la haría darse cuenta en lo que se había convertido, y en lo que todavía seguía siendo. A cambio de dinero iba a entregarle al niño a un hombre de la estación, que lo daría en una supuesta adopción. Se trataba del tráfico de órganos, al darse cuenta y gracias a la ayuda incondicional de su amiga ,Dora logra rescatarlo y emprende su viaje.
La sencillez de su soledad, y su miedo al abandono chocaron con su amor maternal y la compleja realidad de la muerte. Desde el momento en que logro ver a Josué como un ser abandonado, ligado a su suerte, de alguna manera logró identificarse...Más allá de sus errores Dora, logró sanarlos a tiempo para poco a poco ir desestructurando su vida , fué dejando de pensar en el presente , para proteger la vida y el futuro de Josué.
Emprendiendo un viaje, en busca del padre del niño, sin saber con seguridad el destino, escapando, buscándose, encostrándose mutuamente.
En el camino Dora se encuentra con un hombre que la ayuda sin pedir nada a cambio, su transformación física y emocional , la hicieron pensar en él, en Josué y en una familia, pero este hombre asustado ante el compromiso, se va, dejando a Dora, nuevamente con su soledad, pero esta vez. No tan sola.
Se encontraban dos personas solas, pero que desde ese momento se tenían mutuamente.
El viaje arduo, casi sin dinero, no impidió que localizaran la casa. En ella vivían los hermanos de Josué que poco a poco fue descubriendo sin revelar su identidad.
Ese momento era el fin del recorrido, pero también de su soledad, Dora se fue, dejándolo con su familia, pero dejando atrás a esa mujer sin nada que perder…se va…..ya no pensando en si..Sino en Josué.
Escribiendo una carta después de muchísimos años, donde sin más. Le dice” mereces mucho más de lo que yo podría darte Tengo miedo que algún día tu también me olvides, echo de menos a mi padre. Echo d menos todo...”
Lo simple de la vida, lo que no había podido descubrir hasta ese momento era lo que necesitaba, para seguir, para dejar atrás sus desencantos, y dejar de ser esa Terminal donde todos pasaban con sus historias, y ella solo las escribía para quedarse con un pedazo de ellas, porque ahora ya tenía la suya.

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